Almanaque, 9 de febrero de 2022
Más de uno pensará que me dedico cada vez más a temas oscuros. Las Islas Mágicas, El Cementerio, ahora el Viaje al Más Allá. Y tendrán razón. He tenido que reflexionar para entenderlo. Tiene una explicación.
En una cultura comercialoide y globalizada, que rebaja cada día más los estándares de la percepción y la sensibilidad documentada, el mundo antiguo es una reserva de humanismo. El valor de futuro es el pasado. Una paradoja.
En el caso del Más Allá, durante siglos las culturas, las religiones, los poetas, han imaginado las praderas de los asfodelos, los barrancos y ríos del Averno, los personajes sombríos que los habitan. Son descripciones a veces sumamente precisas, y que han llegado hasta nuestros días tanto a través de clásicos como Hesíodo, Homero, Virgilio o Dante. Incluso forman parte de lenguaje popular. ¿No se llama ahora «cancerbero» a un portero de fútbol?
Al evocar esos paisajes lo que hacemos es tomar el ascensor de nuestras propias profundidades. Abrir las bocas de nuestros infiernos interiores, que preferimos desconocer. Por eso inquietan y dan miedo.
Pero al mismo tiempo, ese pequeño tour por nuestras lagunas Estigias nos otorga un grado distinto de libertad de alma. Nos hace más humanos.
Parte de estas lecturas del Viaje al Más Allá se realizaron hace unos años con la participación magnífica de Carme Serna y un montaje teatralizado. Ahora, en circunstancias diferentes, hemos adaptado el formato. Más reducido e íntimo. Más sustancial y sencillo.
”Al evocar esos paisajes lo que hacemos es tomar el ascensor de nuestras profundidades, abrir las bocas de nuestros infiernos interiores que preferimos desconocer
El estreno es este sábado 12 de febrero en la Casa dels Contes de Barcelona. Pero después viajará a la librería Drac Màgic de Palma ya en marzo. Y más tarde a Eivissa y Menorca.
No tengo ni idea si algo tan extemporáneo atraerá la atención de muchos espectadores. Pero estoy seguro de que el público de las almas sí que responderá.